Ya mi sangre es alcohol; tú, la botella,
tú el recipiente extraño en que la guardo.
Bebo y bebo sin fin, y me acobardo,
y voy trago tras trago tras tu huella.
Borracho, estoy borracho, y me atropella
la soledad urgente de mi nardo.
Tirado en una cama soy un fardo
y es lápida mi boca que se sella.
He bebido, mujer, por ti he bebido
de un extraño y verdoso recipiente
que me incita al recuerdo y no al olvido.
Trocada en carrusel siento la mente
en esta noche mágica que ha huido
mientras digo tu nombre, de repente.
© Juan Ballester
1 comentario:
Escrito el 18 de mayo de 2000.
Publicar un comentario