Aunque esté mal decirlo
esta mañana tiene la ilusión de tu boca.
Por la ventana veo
automóviles, perros, ciudadanos con prisa,
nubes que ni siquiera han de esperarme,
aceras donde callan los zapatos,
autobuses repletos de retraso y de sueño,
relojes que se quiebran
contemplándome atónitos con su cara de lunes.
Y siento que tu nombre
suavemente acaricia mis mejillas,
blandamente resbala por mis labios,
mansamente me impregna
de la dudosa piel de los recién nacidos.
Aunque esté mal decirlo
esta mañana tiene una esquina doblada
que recuerda a tus ojos.
© Juan Ballester
2 comentarios:
Escrito el 13 de octubre de 2004.
Publicar un comentario