Caen los días iguales, como breves segmentos
de un mosaico de tiempo que sin fin se derrumba,
caen los días que aumentan la urgencia de la tumba
con pasos de gigante, seguros aunque lentos.
Las horas te conducen hacia un triste destino
que no sabe de nombres ni otorga privilegios;
con una melodía de armónicos arpegios
aquello que lograste se irá por donde vino.
El viaje tiene un límite, siempre ha de haber un puerto
perdido en una isla tropical o infecunda
en donde anclar la nave antes de que se hunda
que acogerá paciente nuestra carne de muerto.
Caen los días iguales, lo mismo que la sombra
se extiende cada noche sobre esta extraña esfera,
caen los días iguales con impiedad de fiera
para darnos la paz de un dios que no se nombra.
© Juan Ballester
1 comentario:
Escrito a finales de 1995, insistiendo en el tema de la muerte como algo inevitable y del paso por esta vida sin dejar huella. Y como el resto del poemario, su tristeza es palpable en cada verso.
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