Amanece otra vez
y aunque cueste creerlo, es tan sencillo
como decir tu nombre.
Sé que estarás muy lejos a estas horas,
que tal vez ni siquiera
he tenido la suerte de mezclarme en tus sueños,
de compartir sonrisas, palabras, sensaciones,
lugares imposibles
que habrán de deshacerse con los primeros rayos
de la luz de tus ojos.
Sé que no queda sitio para mí entre tus manos,
que sigo siendo intruso,
invisible notario de tu piel,
desdichado cronista de tus labios ardientes,
explorador perdido en la distancia.
Sé que todos los versos chocan contra tu rostro,
deshaciéndose en sílabas que ni siquiera saben
por qué me vuelvo arena de repente
al tomar un papel y emborronar renglones,
al abrirme por dentro y encontrarme contigo.
Amanece otra vez
y aunque cueste admitirlo, ya es domingo
al borde de tu boca.
© Juan Ballester
1 comentario:
Escrito en la cama, nada más despertar,el 27 de junio de 2004.
Normalmente suelo escribir más a gusto por la tarde o por noche, pero siempre hay excepciones, como en este caso.
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