Es inútil a veces echar mano del verso
para expresar aquello que más nos desagrada,
es mucha la injusticia, y una palabra es nada
cuando impera en el mundo lo astuto y lo perverso.
Es inútil tomar un lápiz y un papel
e ir formando renglones como hileras de hormigas,
dejar que salgan letras, ir esparciendo migas
por un cuaderno en blanco impregnado de hiel.
¿Qué puede acaso un hombre sin más armas que un folio,
sin otra compañía que unas manos desnudas?
¿Cómo arreglar problemas, cómo despejar dudas,
cómo frenar tanto hambre, tanto mal, tanto expolio?
Qué pequeña es la boca y qué enorme es la sed,
qué cerrados los labios cuando el dolor regresa,
qué escaso el alimento para tan larga mesa
cuántos peces voraces pero qué poca red.
Es inútil la lucha cuando el hombre está ciego,
cuando no importa nada salvo el propio bolsillo,
es inútil, lo admito, querer sacarle brillo
a un poema que suena más que a denuncia, a juego.
Así que he de dejarlo guardado en un cajón
mientras las horas pasan y el malestar aumenta,
en esta tarde extraña con olor a tormenta
en que un llanto sin lágrimas se adhiere al corazón.
© Juan Ballester
1 comentario:
Escrito el 10 de marzo de 2006, en la oficina, queriendo reflejar un estado de (des)ánimo en una época en la que laboralmente no atravesaba el mejor momento.
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