lunes, 14 de septiembre de 2009

Mentiras y bombas

Me duelen esos niños que nunca serán hombres,
los que se quedan ciegos del horror y miseria,
los que crecen con odio, los que juegan con armas,
los que no tienen nombre salvo en los cementerios.

Me duele ese silencio de quienes los contemplan,
de quienes solo quieren servir a su egoísmo,
de quienes los explotan y les sirven con bombas
pretendiendo ayudarles en nombre de quién sabe.

Me duele cada noche su sueño a la intemperie,
su tiritar de estrellas, su oscuro desaliento,
su vivir sin mañana, su morir sin sonrisa
mientras las alimañas recorren los despachos.

Me duele tanta infamia, tantas falsas palabras,
tanta doctrina fácil, tanto dios justiciero,
tanto pan de los pobres perdido en los escombros,
tantas bocas calladas, tanto cielo de infierno.

Me duele cada uno de esos niños que sufren,
blanco de los abusos, víctimas del sistema,
me duelen, sí, me duelen tan espantosamente
que hasta me da vergüenza llamarme ser humano.

No callará la muerte, no cesarán las guerras
y los niños de hoy gobernarán mañana:
unos serán caínes y otros serán abeles
porque la rueda gira, y otra vez a empezar.


© Juan Ballester

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