Cosas que nunca hice, que he dejado pasar
como pasan las olas que embellecen al mar.
Miro hacia atrás y veo mi escaso patrimonio,
los versos que algún día se llevará el demonio,
las horas que he perdido llorando mi naufragio,
desconsolado y víctima de un funesto presagio.
Hogar, familia, obras, no quedará ni rastro,
sólo unas manos huecas y un inmundo camastro,
amigos, bienes, hijos, nada me sobrevive
y mi mano, aburrida, escribe, escribe, escribe.
Cosas que nunca hice, que he dejado morir
antes de que pudieran ni siquiera existir.
Infancia, adolescencia, juventud, rebeldía,
pasaron por mi lado y yo no las quería;
primaveras, veranos, a solas en mi islote
luchando torpemente para seguir a flote.
Y ahora que me encuentro a mitad del camino,
y que no soy ejemplo ni soy ya peregrino,
pienso en todo lo hermoso que se ha ido marchitando
mientras sigo a la espera y el camino desando.
Cosas que nunca hice, que no llegué a tener
y que llenan de olvido la razón de mi ser.
© Juan Ballester
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