Somos granos de arena
en el reloj inmenso de la vida,
minúsculas partículas
flotando en el espacio negro de la existencia,
ínfimos caracteres
en el libro infinito de la noche y el día.
Somos polvo, guijarros
viajando a la deriva por lugares sin nombre,
rodando inútilmente hasta alcanzar la nada,
perdidos en un bosque de silencio
donde todo es eterno, confuso, delirante.
Somos gotas de agua
marcadas por la sed de lo imposible
mezcladas de tal forma
que cada madrugada se convierte en ausencia
y cada despertar es un verso afilado.
Somos seres anónimos
que a veces deslumbramos como flores
al borde de un camino.
© Juan Ballester
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