Demasiados poetas en el mundo
sin nada que decir, y yo el primero.
Adictos a la pluma o lapicero
tienen alma tenaz, labio fecundo.
Escriben un poema en un segundo
con torpe desaliño o con esmero,
y alegan que su verso es muy sincero
ya sea superficial, raro o profundo.
Demasiados poetas... Sospechoso
en una sociedad que les da acoso,
donde reina la prisa, el ruido, el caos.
Ni una palabra más, pobres poetas,
dejad el verso en paz, las manos quietas
y llorad vuestra culpa. ¡Resignaos!
© Juan Ballester
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