lunes, 2 de agosto de 2010

Nada

Nada. Nada. Absolutamente nada.
Nada en el corazón y en los bolsillos.
Ni un ruido, ni una luz, ni una llamada,
ni unas sombras siquiera, ni unos brillos.

Nada me espera en esta madrugada,
ni versos complicados ni sencillos,
nada para enfrentarme con la almohada,
nada para ahuyentar tantos pasillos.

Nada esta noche. Solo el parpadeo
de un reloj que me priva del descanso
ciegamente esforzado en su faena.

En nada pienso ya, y en nada creo:
mi cerebro es un lago verde y manso
donde navego a solas con la pena.

© Juan Ballester

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