Estar contigo, a solas,
dejándome abrazar por el silencio
de tus manos abiertas.
Sentir en pleno rostro
la magnitud inmensa de la felicidad,
el instante perfecto de tu boca en la mía,
la caricia imposible que sale de tus ojos.
Compartir sensaciones
sin que pase factura el discurrir del tiempo,
sin que tengan sentido las palabras,
sin que la noche sea
una masa viscosa que quiere devorarnos.
Estar contigo, así
sabiendo que la vida tiene a veces detalles
y que hasta en las cunetas nacen flores
y que basta un abrir y cerrar de sonrisas
para encontrar sentido a tanta ausencia.
Estar contigo al fin
mientras por las aceras sopla el viento
susurrando tu nombre.
© Juan Ballester
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