Furtivos, escapados de otras mesas
sin la opulencia propia del evento,
llegamos al hotel, y en un momento
nos llenamos de sueños y promesas.
¡Si nos hubieran visto todas esas
familias celebrando el nacimiento
de otro año, sin galas ni alimento,
mas con el esplendor de las princesas!
Las uvas. El champán. Fuera la ropa
y la noche avanzando viento en popa
sin un mal tropezón, sin una sombra.
Camas individuales, y no obstante,
practicamos la danza, el vuelo, el cante
como dos mariposas en la alfombra.
© Juan Ballester
2 comentarios:
Buenísimo Juan. Muy bueno.
Que gusto da entrar a tu blog.
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