martes, 21 de mayo de 2013

Empiezo a derretirme entre tu ausencia...

Empiezo a derretirme entre tu ausencia
y mi piel no comprende esta tortura.
Empiezo a derretirme
como un hielo que escapa, que se seca de pronto
sin advertir siquiera la soledad absurda.

Ya no me quedan manos,
no me quedan ya músculos flotando en mi chatarra,
sólo un vacío agreste que se extiende
con urgencia de lobo enfurecido.

Soy cera derretida,
soy un viento carente de ideas y de noches,
un tiempo sin mañana
que en vano te reclama y te persigue.

La sed desconsolada
me aprieta los zapatos que tu ausencia descalza,
una sed que proviene
del huérfano verdor de tus cavernas.

No puedo estar contigo
y tocarte no es más que ahogarse en el incendio,
solamente morir con la garganta seca
a merced del silencio y de las piedras.

Fatiga tanto hablar sin tener boca,
cuesta tanto morirse
sin degustar el fruto devorador y obsceno
que crece entre los muslos,
es tan desolador volar sin alas,
rendirse ante la noche que insolente se alarga,
sin tener más consuelo que el sueño del mañana,
sin tener más amparo que un retrato,
sin tener más camino
que el que nace al abrir
el gran cerrojo azul del corazón.

© Juan Ballester


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