martes, 4 de junio de 2013

Instantes de lluvia



Llovía en el silencio de la noche.
Me abrazaba al recuerdo
de unas palabras dichas, susurradas
apenas unas horas antes de que mi mano
tomase unas cuartillas
y empezase a escribir sílabas sin sentido.

Sonaba en las ventanas
ese llanto olvidado que empapa las aceras,
esa canción monótona
donde mayo perdía consistencia,
ese rugir de gotas quebradas por el viento.

Imposible dormir,
inútil apagar la luz y sumergirse
en el espeso bosque de los sueños,
innecesariamente concentrarse
en cruzar la frontera de lo que no es real,
de lo que no es ausencia, ni soledad, ni arena.

Y busqué esos recuerdos,
esas palabras llenas de múltiples colores
que atronaban aún en mis oídos,
esas voces rasgadas
salidas de la cueva voraz de mi garganta,
tan llenas de relámpagos que acaso
no fueron nunca dichas.

Me perdí en esa masa
de sonidos anclados en los charcos,
en esa sinfonía de perlas transparentes
que iba poco a poco apoderándose
de todas las esquinas, de todos los tejados,
de todos los rincones, de todos los pasillos,
de todos los instantes
de aquella extraña e inútil madrugada.

Instantes de la lluvia
donde aprendí de pronto a ser murmullo.

© Juan Ballester

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