lunes, 1 de septiembre de 2008

Progreso

Y al fin la humanidad se soltó la melena
al llegar los albores de otro nuevo milenio.
Dejamos ya de ser blancos, negros, cobrizos,
y ser varón o hembra fue simplemente un dato.
Ricos, pobres: iguales; listos, tontos: lo mismo,
solteros y casados, divorciados o viudos,
banqueros y ladrones, prostitutas y castas
sin otras diferencias que el color de su coche.
África, Europa, América, empresarios y obreros,
teleadictos, poetas, inventores, parásitos,
reyes sin monarquía, fieras vegetarianas,
curas sin uniforme, bombones sin azúcar.
La igualdad, finalmente. Todos seres humanos
mezclados en un cóctel rojizo y con burbujas
llenándonos la boca de palabras sonantes:
libertad, transigencia, integración, progreso...
Ya nada fue secreto, todo duró un instante,
las guerras, los domingos, el amor, la comida;
y unos cuantos señores con chófer y escoltados
daban normas, vendían las virtudes del régimen.
Siglo veinte... Lo dijo Discépolo hace años:
quien no llora no mama, el que no corre, vuela,
llénate los bolsillos de estupidez, y gana
porque los perdedores no serán inmortales.
Y así estamos entrando en otra dimensión
llenos de hipocresía, sin escuchar y hablando,
pero, eso sí, tenemos bienestar y derecho
a una vivienda digna y a un entierro decente.

© Juan Ballester

1 comentario:

juan ballester dijo...

Escrito el 19 de junio de 2000, a punto pues de entrar en el nuevo siglo y milenio.