Mi mano es como plomo derretido,
como un cristal opaco que se funde;
ya no sabe escribir porque se hunde
en la desolación y en el olvido.
Es una gran araña venenosa,
un árbol arraigado en frío invierno,
resbala por las hojas de un cuaderno,
convierte la poesía en baja prosa.
Se me rompen los dedos poco a poco
porque en vez de ser carne son arcilla
y en lugar de ser hueso son pecado.
Mi mano, sortilegio que provoco,
es la bestia infamante que me humilla
con el silencio gris de mi pasado.
© Juan Ballester
1 comentario:
Escrito el 6 de abril de 1999.
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