viernes, 7 de noviembre de 2008

apagón

a veces el destino te sorprende con un súbito apagón,
los circuitos que recorren el cerebro se quedan momentáneamente en blanco
o mejor sería decir en negro,
y entonces llevas a cabo esa tontería acaso irreparable,
una frase que nunca debiste decir,
un silencio que jamás debiste prolongar,
un acto instintivo que te delata como hurgarte la nariz o eructar ruidosamente
y pierdes qué sé yo, algo que tal vez nunca llegues a darte cuenta
pero que se ha ido para siempre o que te delatará de tal forma que ya no serás el mismo.

un chispazo, una mala conexión en la maraña de cables que recorren nuestra anatomía,
un segundo a merced de esos duendes malvados que esperan la menor oportunidad para comprometerte,
un nombre equivocado dicho al azar,
un comentario impertinente o una confidencia demasiado íntima,
un gesto, una reacción violenta,
un cambio de planes,
un súbito apagón que te deja a oscuras, vulnerable,
víctima de tus propios fantasmas agazapados en la penumbra.

y luego ya es tarde,
ya te han visto, te han oído,
has demostrado esa debilidad que nadie esperaba encontrar en alguien como tú,
has perdido la oportunidad de hacer algo grande, algo hermoso quizá.

llega el apagón y te das cuenta de que no estás preparado para esa clase de contingencias,
que no tienes un trozo de vela a mano,
que no entiendes nada de electricidad,
que no eres más que una máquina y como tal estás sujeto a los designios de la casualidad;
llega el apagón y no sabes ni siquiera poner en práctica un plan de emergencia.

a veces el destino tiene esas cosas,
castigos o bromas pesadas que te dejan a oscuras
con tus propios errores.

© juan ballester

1 comentario:

juan ballester dijo...

¿Quién no ha tenido alguna vez un lapsus de consecuencias nefastas o insospechadas?
Escrito el 25 de julio de 2000.