domingo, 14 de diciembre de 2008

Poema del domingo por la mañana

Pasear por las calles de una ciudad desierta
con tu rostro por norte y tu amor por abrigo,
pasear en silencio, ser el mudo testigo
de esa felicidad que ha llamado a mi puerta.

Los árboles te añoran y en sus troncos he puesto
tu nombre que se extiende más allá de un domingo;
en sus copas desnudas claramente distingo
tus facciones, tus manos, tu corazón enhiesto.

Los edificios tienen nostalgia de tu risa
de esa boca entreabierta que me besó, certera,
por eso la alegría preside cada acera
y se viste de fiesta, de luz cada cornisa.

Pasear por los parques que huelen a tu aroma,
que saben de tus ojos, que escucharon tu acento,
ser como un centinela armado y bien atento
en busca de un recuerdo tierno que se desploma.

1 comentario:

juan ballester dijo...

Escrito el 9 de febrero de 2003 en el parque del Retiro de Madrid.