HAY TANTO AMOR DURMIENDO EN LOS ESTANTES
DEL LEJANO DESVÁN DE NUESTRO SUEÑO,
QUE APENAS SI PODEMOS
AFLOJAR LOS DESEOS QUE SE PUDREN MARCHITOS
Y APACIGUAR LAS VOCES QUE LA CONCIENCIA ARRASTRA.
JAMÁS QUISE EL SILENCIO,
ESTE SILENCIO URGENTE QUE DE EXTRAÑOS NOS VISTE
Y QUE NOS PRECIPITA SIN SABERLO
AL DOLOR QUE SE ESCONDE TRAS LA BOCA, HONDAMENTE.
HAY TANTO AMOR SOÑANDO EN LONTANANZA,
AGUARDANDO PRUDENTE
LA INSOSPECHADA SOMBRA DE LOS BESOS,
QUE PARECE UN DESFILE DE CLARINES,
UN BOTÍN SEMIOCULTO
BAJO LA SUPERFICIE DEL MAR DE NUESTROS OJOS.
NOS ESPERA LA LUZ DE LOS AMANECERES
DISFRAZADA DE BRUMA Y ENTRONADA
POR PUÑALES DE OLVIDO
QUE ACASO LLOREN CUANDO LA PAZ NOS RECOMPONGA.
© JUAN BALLESTER
1 comentario:
Escrito en la primavera de 1997.
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