no quiero que marches de nuevo a alta mar,
recoge las velas, arría bandera,
aquí está tu esposa, aquí está tu hogar.
Son tantas las veces que antes te has marchado,
tantas las que has vuelto de la mar ileso,
que temo que un día no tendré a mi lado
ni tu recio cuerpo ni tu ardiente beso.
Ven pronto, amor mío, mi guitarra llora,
todos mis pañuelos se han vuelto gaviotas,
retorna a tu tierra, da la vuelta ahora,
para que regreses entono estas notas.
Estarán mis sueños teñidos de ausencia
y bloques de hielo mis carnes serán,
no habrá un solo día de esta mi existencia
que por ti no rece, mi buen capitán.
Que Dios te acompañe, que el cielo te guíe,
y que me recuerdes como yo lo haré,
que el tiempo a mis brazos intacto te envíe,
vuelve pronto, amado, vuelve pronto, ven.
Cuadro de Begoña López en el que está inspirado el poema
© Juan Ballester
1 comentario:
Escrito el 20 de marzo de 1998, a partir del cuadro que aparece en la fotografía y que estuvo en mi poder durante algún tiempo.
Reconozco que lo mejor del poema es la metáfora de comparar las gaviotas con los pañuelos, lo cual por cierto está sacado de Ramón Gómez de la Serna, que en una de sus greguerías descubrió que "Las gaviotas nacieron de los pañuelos que dicen adiós en los puertos".
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