Te evoco desde el negro pozo de la miseria
consumido en un llanto que tiene aroma a verso;
yo soñando y a solas, creando un universo
donde una herida se abre, deslumbradora y seria.
¿Por qué, si no soy nada, me brota este poema?
¿Por qué, si apenas tengo tu recuerdo borroso
has dejado en mi alma, en mi memoria un poso
que empezó siendo aire y ahora es fuego que quema?
Tanto tiempo sin verte, sin beber esas gotas
de exquisito veneno que por tu piel rezuma
entregado en silencio a desgastar la pluma
como si fuera un ave con las dos alas rotas.
Y callar, callar siempre, callar sin esperanza
de un beso, una caricia, un trozo de tu vida,
callar mis cicatrices, mi lengua dolorida
que es como una serpiente que por la arena avanza.
Flotarás en un lecho de miel y mariposas,
dormirás suavemente mecida entre las flores
aunque no me conozcas, aunque mi pena ignores,
tú, la más tierna madre y fiel de las esposas.
Me marcho, ya te dejo, no quiero ser la nube
que tu descanso altere, que tu semblante tiña,
sigue contando estrellas, feliz como una niña,
ángel de mi tormento, mujer que nunca tuve.
© Juan Ballester
Si quieres escucharlo recitado por la rapsoda Odulina Sanuy, pincha aquí:
1 comentario:
Escrito en la madrugada del 26 de enero de 2000, con la desesperación de quien sabe que ha de callar ese sentimiento inexplicable que siente el corazón para no estropear una bonita amistad.
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