¿A qué saben tus besos?
Saben a manantial de atardeceres,
a remolino hirviente,
a castillo de naipes derribado.
¿A qué saben los besos que te inventas?
Yo no puedo explicarlo
igual que no se explica la esencia de la rosa,
igual que no se sabe la soledad del cisne,
igual que no se abarca la sed de los relojes.
Yo no puedo explicarlo
pero tus besos saben a silencio,
a bullicio de pájaros, a cárcel con ventana,
a huracán reprimido,
a corazón abierto y desangrado.
¿A qué saben tus besos, a qué saben
las mariposas blancas que salen de tus labios?
© Juan Ballester
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Escrito en Gijón el 16 de enero de 2003.
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