Hoy es tarde de versos, mi alma está de rebajas,
me brotan de los dedos como si fueran setas,
unos redondos, limpios, como caras de niño,
otros torcidos, sucios, como la piel de un lunes.
Las luces y las sombras alfombran los pasillos,
las risas y los llantos me preparan la cena,
y al mirarme por dentro unas veces hay aire,
y otras veces un muro de ausencia y de cemento.
Hoy es tarde de versos, mi corazón estalla,
oscila bruscamente entre el dolor y el gozo,
convertido en serpiente, vestido de gaviota,
repartiendo rencores y recordando abrazos.
Qué difícil parar esta angustia que siento,
darle forma a unos versos que surgen en cascada,
qué difícil, insisto, estar quieto y volar
cuando los calendarios tratan de sobornarme.
Hoy es tarde de versos, mi cerebro los sueña,
mi boca los pronuncia, mi mano los dibuja,
salen de su hormiguero para formar renglones
del color de una herida que envenena mi sangre.
Y los relojes ponen a prueba mi paciencia,
y estas cuatro paredes insisten en ser cárcel,
precisamente hoy, en pleno mes de mayo,
cuando las amapolas han teñido esta página.
Hoy es tarde de versos y mi vida se escurre
por entre cicatrices que el olvido ha formado.
Doy a luz un poema, lo amamanto y lo acuno
y dejo caer dos lágrimas sobre un renglón vacío.
© Juan Ballester
1 comentario:
Escrito entre el 22 y el 23 de mayo de 2006.
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