Me duele tu mirada, tan ausente,
tan fría como el fuego de mis versos.
Me duelen esos ojos que no miro,
esa herida constante de estar lejos.
Es un dolor de noches repetidas,
un dolor de cartón duro y sangrante.
Ya no tengo palabras, solo venas
para expresar la sed de mis arroyos.
Y puedo reinventar la madrugada
cada vez que te sueño y no te toco.
Siempre encuentro dos ángeles cautivos
suplantando el color de tus mejillas.
¡Cómo duelen tus párpados lejanos,
cómo llora en silencio tu distancia!
Me entrego a la nostalgia y solo puedo
enredarme en tu eterno laberinto.
© Juan Ballester
1 comentario:
Poema en cuartetos sin rima escrito con bastante dificultad, a trompicones, terminado el 26 de julio de 2001. Creo que le falta un hilo conductor coherente, aun cuando hay versos aprovechables.
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