Ahora que nadie escucha, que no hay ruido
que pueda interferir mi pensamiento,
voy a reflexionar sólo un momento
sobre las horas grises que he vivido.
Sobre el pliegue sin luz de mi vestido,
sobre mis voces que se lleva el viento,
sobre el vaso vacío y el violento
dolor por todo aquello que se ha ido.
Voy a hablar en voz baja, ya no hay prisa
porque el sudor no empapa mi camisa
y mis pies están libres de zapatos.
Porque huelo el olor de mi mortaja
y la gris soledad me puede a ratos,
voy a morir al fin en voz muy baja.
© Juan Ballester
1 comentario:
Soneto fechado el 12 de marzo de 2000 que, como tantas otras veces, trata de reflexionar acerca de la nula trascendentalidad de mi vida.
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