La ansiedad de tu cuerpo
me recorre de nuevo, de puntillas.
Es árido el paisaje
cuando faltas en él, cuando te ausentas.
No entiendo este silencio crepuscular y extraño,
no entiendo este murmullo
que con obscenas voces me recuerda tu nombre.
La ansiedad de tu boca
se esparce en mis sentidos y me humilla.
Me cuesta recordar
el sabor de los besos que en tus labios florecen,
el perfume sensual de tu mirada,
el rojo atardecer enroscado en tu lengua.
La ansiedad de ser tuyo,
esa extensa laguna en que naufrago
de repente, esta noche.
© Juan Ballester
1 comentario:
Terriblemente cierto, concreto, emotivo y evocativo. Simple y hermoso
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