Sabe Dios, amor mío, dónde estarás ahora,
en estas horas frías de este febrero loco,
sabe Dios qué puñales, qué vientos, qué tormentas
amenazan la paz de tu hermosa mirada.
Sabe Dios qué demonios merodean por tu alma,
qué víboras pretenden emponzoñar tus sueños,
qué piedras y qué polvo salpican los caminos,
qué silencio y qué olvido se adhieren a tu nombre.
Pero yo estoy contigo, aunque me sientas lejos,
aunque el reloj levante entre los dos un muro,
estoy en cada objeto, en cada pensamiento,
en cada verso inquieto que brota de tus labios.
Estoy como tú estás, para todo y por siempre
como un ángel guardián que vigila y te salva,
para que nada pueda volvernos a lo negro,
para que nadie alcance a ensuciarnos de lodo.
Sabe Dios, amor mío, cuántas moscas te rondan,
cuántos buitres se ciernen sobre tu piel en vano,
pero yo pienso en ti, y el dolor se arrepiente
porque intuye que pronto descansaré en tus ojos.
© Juan Ballester
1 comentario:
Qué intenso, tiene mucha fuerza. Besos
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