Todo vuelve al color de los insectos
y al aroma cansino de la ausencia.
Tus manos, tu mirada, son ya plomo,
son un sordo rumor de estalactitas.
Otra vez te he perdido entre la nieve
inútil y fugaz de las palabras.
Ahora soy un sarmiento retorcido
que en vano trata de enmendar su rumbo.
Mediocridad, rutina, aterrizaje
sobre un mar de silencios y de dudas.
Cambio de piel, regreso a la inconstancia,
al infinito reino de la noche.
Y vivir y soñar, mientras las nubes
custodian el secreto de tu rostro.
Mientras escribo versos y no hay faro
en el espacio gris de tu memoria.
© Juan Ballester
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