sábado, 27 de febrero de 2010

Con los ojos cerrados

Me gusta hablarte así, con los ojos cerrados,
en vuelto en la penumbra de una tarde de piedra.
Mi voz es como un eco que ablanda las montañas,
es como un huracán donde reposa el tiempo.

Las palabras me salen convertidas en polvo,
transformadas en viento que dobla las esquinas,
en flores que quisieran volverse mariposas
o en pájaros dispuestos a vestirte de verde.

Me gusta hablarte así, desde lo más profundo
para beberme el fuego que hiela mi garganta,
para que no me quede ni una vena escondida,
ni un poro sin abrir, ni una gota de lluvia.

Los sueños son palomas del color del silencio,
por eso si me callo sé que sueño contigo;
los versos son caminos por donde viaja el alma,
por eso si te hablo también te me apareces.

Me gusta hablarte así, entornando los párpados
recibiendo el impacto de tu voz, de tu boca
y hasta la noche tiene, cuando escucho tu aliento,
poderosas razones para mirar al frente.

Hay veces que es mejor no tocar las ventanas
para que nadie sepa que nos hemos reído.
Hoy la ciudad entera se cubrió de maletas
que buscaban acaso tu presencia furtiva.

© Juan Ballester

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bello poema, lleno de dulzura y sentimiento...