Tarde de soledad, tarde de fuego
que abrasa el pecho y que las manos arde,
tiempo de recogerse, triste tarde
que es oscura primero, y negra luego,
tarde en que a la poesía yo me entrego
sin dejar que el silencio me acobarde,
donde encuentro un hogar que me resguarde,
y con palabras hablo, vivo y juego,
esta tarde conviene estar a solas,
que se queden en paz las amapolas,
que mi ciprés me añore todavía.
Tarde de soledad, pero percibo
el íntimo deseo de estar vivo
y el constante fluir de la poesía.
© Juan Ballester
1 comentario:
Que maravilla disfrutar de una libertad que multiplica la expresión hasta lo inesperado.
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