Al viento le contaron
que ya no volveré, que no hay regreso
posible, que mis ojos
jamás contemplarán estos paisajes,
estos verdes desiertos que se cubren de nieve
cada vez que respiro.
Le contaron que un día
me marcharé de aquí con la sonrisa puesta,
con el cerebro lleno de pequeñas ideas
como si fueran nubes
dispuestas a aliviar su carga en un papel,
en renglones pequeños y apretados
al igual que cobayas.
Le dijeron mi nombre
-monosílabo fácil de aprender-
-arroyo sinuoso de aguas turbulentas-
-especie protegida-
-delicada vasija de cristal-
pero ya era muy tarde y no podía
retenerme en sus brazos,
en sus huecos silencios donde antaño
mi corazón vagaba.
Le contaron al viento...
Pero ya estaba lejos, muy lejos, para siempre.
© Juan Ballester
que ya no volveré, que no hay regreso
posible, que mis ojos
jamás contemplarán estos paisajes,
estos verdes desiertos que se cubren de nieve
cada vez que respiro.
Le contaron que un día
me marcharé de aquí con la sonrisa puesta,
con el cerebro lleno de pequeñas ideas
como si fueran nubes
dispuestas a aliviar su carga en un papel,
en renglones pequeños y apretados
al igual que cobayas.
Le dijeron mi nombre
-monosílabo fácil de aprender-
-arroyo sinuoso de aguas turbulentas-
-especie protegida-
-delicada vasija de cristal-
pero ya era muy tarde y no podía
retenerme en sus brazos,
en sus huecos silencios donde antaño
mi corazón vagaba.
Le contaron al viento...
Pero ya estaba lejos, muy lejos, para siempre.
© Juan Ballester
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