miércoles, 23 de junio de 2010

Debemos ver a Bécquer

Debemos ver a Bécquer, ya no hay duda,
pedirle que nos dé su bendición
desde el ángulo oscuro del salón
donde descansa el arpa, quieta y muda.

Hemos de suplicar, pedirle ayuda
y hemos de conmover su corazón;
no hay por qué silenciarlo, no hay razón
de ocultar la pasión que nos anuda.

Él pondrá en nuestras almas esa nota
de una marcha nupcial que no se agota
con el helado olvido de su dueño.

Aguardemos su mano como nieve,
que arranque de sus ramas ese leve
pájaro que aún dormita en nuestro sueño.

© Juan Ballester

No hay comentarios: