Esperarte

Esperarte es tener la sed de los relojes,
los sueños del cordero, el hambre de las puertas;
es llenarse la boca de arena y hojas muertas,
andar bajo la lluvia limpio y sin que te mojes.

Esperarte es un campo con jugosas manzanas,
es un globo que sube, un corazón que vuela,
una explosión de niños que abandonan la escuela,
o el ladrido de un perro cuando ladra sin ganas.

Esperarte parece un letrero sin nombre,
una flecha extraviada, un barco entre la niebla,
un campo de batalla que de cruces se puebla,
o la incipiente barba del que empieza a ser hombre.

Esperarte es un pacto entre el cielo y la tierra,
es un rito sagrado, un secreto conjuro,
es como una palabra que choca contra un muro,
o como un verso libre al que luego se encierra.

Esperarte es ser barro, esperarte es ser roca,
esperarte es ser playa donde mueren las olas,
por eso al esperarte te estoy cantando a solas
con el alma y los ojos y la mano y la boca.

© Juan Ballester