Con las maletas llenas de tu nombre,
de tu voz, de tu aliento, de tu piel
voy por la vida convertido en hombre,
voy por el mundo con sabor a miel.
Me basta ese equipaje, es suficiente
para dar testimonio de que existo:
con tu sola presencia tiendo un puente
y es nuevo el corazón con que me visto.
El billete que tengo es de primera,
pues de primera son mis esperanzas;
y con tu compañía, compañera,
las ilusiones no se tornan lanzas.
Ya no pierdo el andén, no miro trenes,
no viene un revisor a echarme a tierra;
tus manos, tus caricias son mis bienes,
he cambiado por paz mi antigua guerra.
Viajo al fin con asiento y ventanilla,
ya tengo a dónde ir, ya llevo un rumbo.
Al calor de tu pecho y tu mejilla
me mantengo al timón, no me derrumbo.
Tú eres mi corazón, lo que me mueve,
eres mi meta, y eres mi equipaje.
Qué importa ya que llueva, qué que nieve,
si estás en mi camino y voy de viaje.
© Juan Ballester
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