Lo que cuesta cumplir un año, a veces...
Y este año me costó, Dios bien lo sabe.
Si a punto estuvo de encallar mi nave
y de ser engullida por los peces.
Pero valió la pena, sí, con creces,
ascender la pendiente nada suave.
La sonrisa, el carácter fue la clave
y saber disfrutar de pequeñeces.
Cincuenta y uno ya, y no me harta:
queda por recorrer mucho camino
aunque mis pies se agrieten, polvorientos.
Cincuenta y una velas en mi tarta,
que apago de un soplido, con gran tino,
mientras mecen mi voz los cuatro vientos.
© Juan Ballester
1 comentario:
FELICIDADES. Hace muy poco que he comenzado a leer tus poemas, y paso buenos ratitos siguiendo tu blog. Un saludo.
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