domingo, 15 de enero de 2012

Poema con espejos

Vengo de las palabras que humedecen mi rostro,
que nada significan,
que son impronunciables trozos de mi pasado,
que danzan en macabra ceremonia
alrededor del barro y el silencio.

Vengo de las palabras que un día fueron mías,
que callaban su sorda incertidumbre,
que rompían de pronto
esa necesidad de estar a solas
entre los recortados parterres del recuerdo.

Vengo de las palabras que ya no me conocen,
de las que lleva el viento,
de las que sudan lágrimas de ausencia,
de las que solo pude
ver pasar como trenes cargados de misterio.

Vengo de las palabras,
de las sílabas blancas y negras que he perdido,
de las letras ausentes, de las frases
que aguardaban inútiles quemándome la boca,
royéndome el cerebro.

Vengo de las palabras que no dije
una tarde, muy lejos.

© Juan Ballester

2 comentarios:

Charo Reyes dijo...

Hoy he visto mi reflejo en el triste remanso de tus versos y han roto "de pronto esa necesidad de estar a solas".
Un saludo.

Raúl Campos dijo...

Este poema es de una naturalidad abrumadora. No parece un poema y no puede dejar de serlo. Bien por ti.