martes, 19 de agosto de 2008

hablo de la luz

hablo de la luz
porque he estado a oscuras mucho tiempo,
muchas malditas horas buscando acaso un sentido a mi vida,
muchos malditos años sabiendo que quizá no sabía nada,
muchos días y noches y noches y días gritando sin garganta.

hablo de la luz que a veces se aparece entre las nubes,
entre las brumosas esferas que se sedimentan en mi cerebro,
esa luz de los intervalos primaverales en medio del invierno,
que a veces deja ver el cielo azul de las brillantes ideas,
que a veces se adivina más allá de lo que no está dicho.

me he pasado la vida buscando la luz,
buscándola sin rumbo en las cloacas pútridas de la sociedad,
buscándola sin pausa en las repletas callejas sin letreros,
buscándola en los rostros, en las voces y en las pisadas de aquellos que pasaban sin verme.

he buscado la luz interior, la luz que me trajo a este mundo,
la luz que apenas entrevista se pierde en abismos de mediocridad,
la luz que me quema la conciencia, que me rompe las manos
y me obliga a escribir versos que a nadie pueden interesar,
versos torcidos y oscuros, ávidos de una hoguera,
de una inmensa pira expiatoria en donde al menos puedan darme luz.

hablo de la luz,
no de ese astro amarillo que marca las jornadas,
no de esa esfera incandescente en torno a la que damos vueltas,
no de esas bombillas de cristal que parecen observarnos en silencio,
sino de algo profundo y blando que se aloja en algún lugar de nuestra existencia,
a la vuelta de cualquier minuto, de cualquier fracción de segundo,
de algo que es y a la vez no es pero que todos hemos sentido.

hablo quizá de mí o quizá de algún otro,
o quizá de esa muchedumbre incierta de seres que forman mi cadáver,
de esos seres atónitos que vagan a oscuras a través del pasado,
como trozos de carne seca a la espera del juicio final,
a la espera de algo que les saque del pozo negro de los recuerdos.

hablo de la luz,
tengo seca la boca de tanto silencio amargo que he tragado,
de tanta página en blanco rodando a la deriva,
de tanto repetir hasta el paroxismo el sopor de mi propia existencia,
de tanto retroceder hasta el borde de la total incomprensión.

hablo a ciegas
de la inefable ausencia que rompe los senderos de mi mente.

© Juan Ballester

1 comentario:

juan ballester dijo...

Escrito el 10 de mayo de 1999