domingo, 23 de agosto de 2009

Dormir


No conviene dormir con los bolsillos llenos
de esa angustia inquietante que humedece el mañana.
Hay que soñar desnudo, hay que quitarse, al menos,
el lastre del pasado que suena cual campana.

Recibir a la noche es un arduo ejercicio,
es la vana promesa de un fugaz paraíso.
Pero siempre retorna, aflora como un vicio
el miedo a lo imposible que acecha sin permiso.

No conviene dormir con los ojos cerrados
a merced de las sombras cobardes, traicioneras.
Porque la luna oculta barrancos y cercados
y se cubre del polvo sucio de las rameras.

No hay que dormir siquiera, hay que estar siempre alerta
vigilando a los búhos que comen pesadillas.
Una sorpresa espera detrás de cada puerta,
un resbalón se esconde bajo las ventanillas.

Dormir, juego de incautos, animal peligroso
que pasea a sus anchas por silencio y olvido.
No conviene dormir, no hay que pisar el foso
oscuro y sin retorno de lo desconocido.

© Juan Ballester

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