¿A dónde fuiste, mi ángel, dónde fuiste?
¿Qué saliste a buscar esa mañana?
Tu cuerpo, amada luz, pluma liviana,
hubo de pagar caro aquel despiste.
No me resigno, no, yo sé que existe
algún lugar flotando en la lejana
inmensidad del aire, una ventana
que ha de acogerte ahora, blanca y triste.
¿A dónde has ido, ángel que has volado,
que has ocultado el rostro entre tus dedos
hasta anegar en lágrimas la noche?
Qué solo y qué vacío mi costado,
cuántas preguntas rotas, cuántos miedos
vestidos con el manto del reproche.
© Juan Ballester
1 comentario:
Gracias, Juan, por este bello poema.
Publicar un comentario