Esperaba en la fría tarde,
en esas horas grises de diciembre
que acaso terminan en lluvia.
Las aceras, con aspecto
de no haber sido estrenadas
desde tiempo atrás,
con apenas unos automóviles dispersos
y algunos viandantes cargados de bolsas.
Y yo, de pie,
esperando ese autobús que siempre se demora,
con la vista puesta en el infinito.
A lo lejos, un pájaro
de vistoso plumaje
se encaramó a un árbol.
Pronto el reloj de la iglesia daría las cinco.
© Juan Ballester
1 comentario:
Es tan sencillo, tan cotidiano, descriptivo y melancólico...como una tarde de diciembre.....como esa espera de un corazón esperanzado.
Felicidades una vez más.
Me dejas siempre sin palabras
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