Otra noche el recuerdo viene a martirizarme,
a robarme el descanso, a privarme del sueño;
a emborronar cuartillas donde pongo tu nombre,
a sufrir calabozos sin más luz que tus ojos.
Otra noche llamando a puertas que no existen,
añorando caricias que no me pertenecen,
sin esperanza alguna de hallar algún resquicio
y escapar de este absurdo que dura demasiado.
Cómo entender la noche, cómo explicar que apenas
han sido dos las veces que he bebido tu rostro,
y que en cambio no duermo ni pienso en otra cosa
que en jardines y bosques con tu piel y la mía.
Cómo ponerle título a esta fiebre enfermiza
que nació en una esquina y llega hasta la almohada,
Cómo admitir estrellas, campanas, hemorragias
cuando el verano acaba y la ciudad despierta.
Otra noche en barbecho plantando cara al miedo
sin otra compañía que un borroso recuerdo
mientras por los tejados los gatos se emparejan
y hasta en los hospitales se reparte ternura.
Otra noche de urgencia, de relojes calientes,
de sílabas sonoras y de luna escondida,
víspera de la nada, sabiendo que mañana
ni siquiera el periódico hablará de nosotros.
© Juan Ballester
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