martes, 9 de marzo de 2010

Gorriones

Los gorriones se quedan, los gorriones no emigran,
cotidianos amigos que no siempre advertimos,
aunque sean los mismos que los que antaño vimos
no sabemos si sufren, enferman o peligran.

Los gorriones se posan sobre nuestra azotea,
están en la ventana, se comen nuestras migas,
probablemente anidan en escondidas vigas
y viven a diario su arriesgada odisea.

Entrañables vecinos de otoños y de inviernos,
alegría infinita de los parques y plazas,
cuántas veces los vemos sobre nuestras terrazas
y se asustan y huyen simplemente con vernos.

Mil gracias, pajarillos, muchas gracias gorriones,
criaturas heroicas y de aspecto indefenso;
vosotros sois sin duda, ahora que lo pienso,
motivo de alegría en nuestros corazones.

© Juan Ballester

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