Tú quisiste ser madre y te nació una rosa,
una flor diferente, delicada y sencilla.
Pero es tan indefensa, tan frágil, tan hermosa
que sus días son noches y su sonrisa, arcilla.
Tú quisiste una hija y te nació un lucero,
una luz que te guía, te alienta y te acompaña.
Su voz es de cristal, su piel es de jilguero
y cada paso suyo te parece una hazaña.
Tú quisiste tener en tu entraña una reina
que fuera la más lista, la más buena y más guapa.
Pero en cambio ese ángel ni llora ni se peina
y al mirarte en silencio su soledad te atrapa.
Tú quisiste un retoño, un sol, una criatura
que diera a tu futuro risas, proyectos, nietos.
Pero ella es inocente, un alma dulce y pura,
llamándote sin habla desde sus labios quietos.
Tú quisiste esa carne, ese cielo, esa niña
que nunca ha dicho nada ni ha jugado en la arena.
Pero sabes que ahora cada estrella le guiña
y que al quedar dormida baila en la luna llena.
© Juan Ballester
1 comentario:
Qué hermoso.
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