viernes, 21 de mayo de 2010

No toques ese verso

No toques ese verso, déjalo como sale,
que fluya lentamente de tu mano encendida;
él es parte de ti, un trozo de tu vida,
no intentes alterarlo, déjalo así, así vale.

No lo cambies, no dejes que pierda su frescura
al intentar sacarle más belleza, más brillo;
no le afeites las astas, no le hinques el cuchillo,
es mejor que galope sin freno ni atadura.

No disfraces su rostro bajo una vil careta
ni ahogues su palabra en aguas estancadas,
ha de sentirse libre, dando largas zancadas,
ha de encontrarse a gusto en su mundo, poeta.

No juegues con su pólvora, no te quemes los dedos
tratando de que el verso se rinda al artificio;
tú conoces el alma y dominas tu oficio,
sabes que los poemas duelen como torpedos.

No toques ese verso que te nació sesgado,
que quiso ser rebelde, que te causó tormento;
míralo simplemente, déjalo de momento
ser un diamante en bruto, un potro desbocado.

Y cuando alguna tarde de un futuro remoto
tu vista lo repase y tu lengua lo cante,
volverás a ser niño, gozarás ese instante
con el escalofrío del cristal que se ha roto.

© Juan Ballester

1 comentario:

María José dijo...

Buen consejo y mejor poema.
Eres un crack, Juan.

Besos,
María José