jueves, 6 de enero de 2011

Poema para ir de compras

Para ir de compras sólo necesito
echarme en la cartera tus dos ojos,
tu sonrisa, tu piel, y por si acaso
un puñado de versos que describan tu rostro.

Ningún escaparate permanece
al margen de tus pasos y tu voz:
las maniquíes vuelven la cabeza,
los sombreros se inclinan, y cambian de color.

Los vestidos se amoldan a tu pelo,
los comercios se llenan de tu luz,
y las perchas me observan con envidia
queriendo que en tus manos las sostuvieras tú.

En los supermercados, cuando entro
abrazado a tu hombro, siento así
que hasta las coliflores se convierten
en pequeños renglones que van a hablar de ti.

En todos los pasillos hay indicios
de tu presencia viva, de tu piel:
las latas, los paquetes de legumbres
saben a ciencia cierta con quién paso, con quién.

Entre los detergentes o el pescado,
en la sección de vinos o en el pan,
en todas partes vas dejando huellas,
en todos los estantes te extiendes como un mar.

Y al pagar, las cajeras nos saludan
y las monedas bailan un fandango.
Hacer la compra tiene, si es contigo,
el encanto de un lunes festivo y sin trabajo.

© Juan Ballester

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