Dulce pena me muerde las entrañas,
dulce angustia recorre mis sentidos,
se me llenan de ausencia los oídos
y mi boca se puebla de alimañas.
¿Por qué en mi soledad, amor, te ensañas?
¿por qué, silencio, escondes voces, ruidos?
La carne tengo rota, y convertidos
los proyectos de ayer en dos guadañas.
La noche me recubre con su pena,
la oscuridad me niega tu semblante
y tu piel encendida me es ajena.
Soy un ser sin dolor y agonizante
tendido en plena noche entre la arena
soñando sin soñar que estás delante.
© Juan Ballester
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