Y me llamaron Juan, digo sollozo,
digo camino estéril, digo roca;
me pusieron dos ojos y una boca
y un cerebro al que pienso falta un trozo.
Y me llamaron Juan, y siendo un mozo
ya era como un violín que nadie toca,
como la ola tenaz que choca y choca
contra el acantilado-calabozo.
Y me llamaron Juan, y no he cambiado,
sigo siendo lo mismo que no he sido:
un puñado de versos que me angustia.
Y me tragué ese nombre equivocado
donde habita el dolor sin hacer ruido,
barro y serrín, y con el alma mustia.
© Juan Ballester
1 comentario:
es un de mis poemas favoritos.
Publicar un comentario