sábado, 20 de agosto de 2011

Esperar, esperarte

Esperar, esperarte, mientras pasan las olas,
mientras los calendarios disimulan su angustia
reteniendo tu nombre entre mi boca mustia,
como un manjar prohibido que hay que comer a solas.

Esperarte en la lluvia, en el sol, en la niebla,
sin saber de las fieras que procuran tu ruina,
buscando una señal, una letra, una espina
con que ahuyentar el miedo que mis noches amuebla.

Esperarte, tan ciego como el ave asustada,
tan pobre como un lunes del lejano noviembre
dejando que el dolor en mis entrañas siembre
extensiones de olvido y hectáreas de la nada.

Esperarte, una mezcla de ilusión y locura,
como el náufrago espera ver un barco a lo lejos;
el corazón más joven pero los pies más viejos,
la mañana más dulce, la noche más oscura.

Esperarte por siempre, hasta que el alma aguante
con la sonrisa puesta y el equipaje presto,
esperarte y dar fin, por fin, a todo esto
como si fuera un verso virginal y brillante.

© Juan Ballester

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