El otoño ha llegado sepultando el verano
y los campos se cubren de una cierta aspereza.
Las tardes son más cortas y el declinar empieza,
el ambiente se torna más fresco y menos sano.
Todavía habrá días de sol y de bonanza,
el cambio de momento es casi imperceptible,
mas no queda remedio, es ya casi imposible
detener al otoño que firmemente avanza.
Los árboles ya sienten que su cuerpo está enfermo
y en la tierra se aprecia un ligero enfriamiento,
es tiempo de tristeza, de sombras y de viento
y todo el campo pronto volverá a quedar yermo.
El sol calienta menos, inseguro y extraño,
todo se va impregnando de esa atmósfera triste
sabiendo que el verano se marcha, que no existe
y no regresará hasta el próximo año.
© Juan Ballester
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