No tengo guitarra
pero tengo voz;
me muestro cigarra,
no lobo feroz.
No muerden mis dientes,
muerden mis palabras
que fluyen calientes
como abracadabras.
Sólo tengo un arma
que en la mano empuño,
y aunque engendra alarma
no causa un rasguño.
Hablo con las flores,
charlo con las aves,
me nutro de amores,
así que, ya sabes.
Mi verso es fluido
como arroyo claro
y sin hacer ruido
observo y disparo.
A veces no acierto
-también soy humano-
pero ya os advierto:
tengo buena mano.
No escribo por gusto,
es más bien mi oficio
pero no me asusto
si lo desperdicio.
Con mi verso al cinto
soy un bicho raro,
y es que ser distinto
tiene un precio caro.
Que nadie me siga,
no vale la pena;
soy como una espiga
rodeada de arena.
Y cuando me muera
lo haré de puntillas,
sin rastro siquiera,
sin dejar semillas.
© Juan Ballester
No hay comentarios:
Publicar un comentario